Han pasado los años, los meses y días, ya no cuento las horas y menos
los minutos porque de ser así ya no estaría aquí. Y así es como hoy me
pregunto, como tantas otras veces lo haré, porque sucedió más no recibo
respuesta o, al menos, no una respuesta satisfactoria. Me pregunto
porque él y no yo, siento yo quien no era fuerte y él siempre siguió
adelante sin importar qué; me pregunto que lo ínsito y le exigió cometer
tal acto; me pregunto si pensó en el daño que le haría a la gente o si
simplemente pensó en mí, en el daño irreparable que me haría más no sé
la respuesta, no la sabré y con esto me doy cuenta que nunca es sabido
nada.
Y quizás hoy, como sucederá otra vez, las lágrimas del
viento recorrerán mi pálida piel, que vida posee a pesar de que mi alma
muerta esta. Y quizás todo suene melodramático pero duele, y eso no se
puede evitar, duele, y no se puede negar.
No recuerdo cuando
comenzó y menos cuando termino porque jamás fue necesario ponerle fechas
a nuestro amor, sabíamos que comenzó sin decir nada –solo con una
mirada lo supimos- y ambos supimos que todo termino en un silencio
profundo. Las fechas, los números y meses, eran innecesarios,
insignificantes y hasta me atrevería a decir tontos. Y tu muerte es lo
único que fecha lleva, solo porque no puedo olvidar el día en que supe
que todo esto tenía un final definitivo, y tiene un número y un mes, que
anteriormente creímos estúpido, solo porque así lo siento mejor, pero
no importa, no importa la fecha pues yo te recuerdo día a día y sin
importa qué, todos los días son el día de tu muerte y el día de tu
nacimiento, a pesar de que el ultimo no lo recuerdo y quizás sea mejor
así, porque uno no debe ser recordado por su nacer sino por su
trayectoria en la vida.
Por todo esto poseo una pequeña caja de
recuerdos, recuerdos tuyos y míos, más temo cerrarla y no poder volver a
abrirla, temo olvidar o sustituir tu rostro solo por temor a no poder
seguir. Pero quien sabe, ¿no?, si has sido molesto en vida ni me puedo
imaginar en muerte, no, si puedo. No dejarás que cierre la caja, no
dejaras que te olvide y mucho menos que te sustituya pero sí dejarás que
otro ocupe tu lugar momentáneamente, hasta que nuevamente estemos
juntos. Lo sé porque cuando creo que ya no lloraré por ti, vuelves como
un maldito fantasma que me acosa como si algo pendiente hubieses dejado,
y realmente algo ha quedado.
Aun nos debemos tantas cosas,
entre ellas nos debemos una disculpa mutua y un agradecimiento, aun me
debes tu adorable –y detestable- gorra blanca, tu fiel amiga. Y yo, yo
te debo tantos besos perdidos, tantos abrazos y risas reprimidas, te
debo mucho vida. Y tú, tú me debes mucho más, quizás cosas materiales
pero que con ellas yo podría estar más tranquila, aun me debes esa
cajilla musical –que me has prometido- que me arroparía en las noches
con su dulce melodía, que cada mañana me recordaría a ti, aun me la
debes, eso y mucho más. Más no podremos saldar estas deudas, porque
–irónicamente- es el único lazo firme que nos mantiene unidos a pesar de
la diferencia que hay entre nosotros, es lo único que me ínsita a
seguir, esperar.
Son recuerdos infinito y promesas rotas, son y serán.
Me
pregunto si algún día podre superar todo esto y sé que si estuvieses
vivo me gritarías tan pero tan fuerte que “soy idiota” que seguramente
quedaría sorda. Odiabas que le dé vueltas a los temas, odiabas que no
pueda dejar el pasado atrás, lo odiabas porque tú mismo lo hacías.
Siempre
hemos sido tan iguales y tan distintos, y puedo imaginarme como te
sentirías si leyeras esto, me odiarías y más te odiarías a ti mismo por
el daño ocasionado. Y seguramente te matarías mil veces más por ellos,
lo harías porque tú tienes agallas, y tú eres el cobarde. Jurarías que
ahora escucho tu voz diciéndome que no lo eres, pero si lo eres, tú has
huido de todo por el camino más fácil y yo, simplemente sigo por el
complicado aunque dudo, dudo si soy solo yo misma quien se coloca más
obstáculos en la vida.
Eres un idiota, y te odio, y te extraño y
te necesito, no sabes cuándo te odio/te quiero. Y me duele, no sabes
cuándo me duele el temor a hablar de ti, no sabes cuándo me duele ir
olvidándote, no sabes cuándo me duele seguir esperando que vuelvas a mi
lado, que aparezcas diciéndome que todo fue una mentira, una cruel
broma, y que todo estará bien y que siempre lo ha estado.
No
sabes y nunca sabrás cuanto te quiero, te necesito, te extraño y más que
nada te odio. Seguirás siendo un maldito ángel que no debería de estar
en el cielo, por el daño que me has hecho. Seguirás siendo un recuerdo
infinito en mí y más que nada, seguirás en una parte de mi corazón
aunque no lo merezcas, seguirás y seguirás.
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