25 ene 2012

Caja de Recuerdos II

Han pasado los años, los meses y días, ya no cuento las horas y menos los minutos porque de ser así ya no estaría aquí. Y así es como hoy me pregunto, como tantas otras veces lo haré, porque sucedió más no recibo respuesta o, al menos, no una respuesta satisfactoria. Me pregunto porque él y no yo, siento yo quien no era fuerte y él siempre siguió adelante sin importar qué; me pregunto que lo ínsito y le exigió cometer tal acto; me pregunto si pensó en el daño que le haría a la gente o si simplemente pensó en mí, en el daño irreparable que me haría más no sé la respuesta, no la sabré y con esto me doy cuenta que nunca es sabido nada.

Y quizás hoy, como sucederá otra vez, las lágrimas del viento recorrerán mi pálida piel, que vida posee a pesar de que mi alma muerta esta. Y quizás todo suene melodramático pero duele, y eso no se puede evitar, duele, y no se puede negar.

No recuerdo cuando comenzó y menos cuando termino porque jamás fue necesario ponerle fechas a nuestro amor, sabíamos que comenzó sin decir nada –solo con una mirada lo supimos- y ambos supimos que todo termino en un silencio profundo. Las fechas, los números y meses, eran innecesarios, insignificantes y hasta me atrevería a decir tontos. Y tu muerte es lo único que fecha lleva, solo porque no puedo olvidar el día en que supe que todo esto tenía un final definitivo, y tiene un número y un mes, que anteriormente creímos estúpido, solo porque así lo siento mejor, pero no importa, no importa la fecha pues yo te recuerdo día a día y sin importa qué, todos los días son el día de tu muerte y el día de tu nacimiento, a pesar de que el ultimo no lo recuerdo y quizás sea mejor así, porque uno no debe ser recordado por su nacer sino por su trayectoria en la vida.

Por todo esto poseo una pequeña caja de recuerdos, recuerdos tuyos y míos, más temo cerrarla y no poder volver a abrirla, temo olvidar o sustituir tu rostro solo por temor a no poder seguir. Pero quien sabe, ¿no?, si has sido molesto en vida ni me puedo imaginar en muerte, no, si puedo. No dejarás que cierre la caja, no dejaras que te olvide y mucho menos que te sustituya pero sí dejarás que otro ocupe tu lugar momentáneamente, hasta que nuevamente estemos juntos. Lo sé porque cuando creo que ya no lloraré por ti, vuelves como un maldito fantasma que me acosa como si algo pendiente hubieses dejado, y realmente algo ha quedado.

Aun nos debemos tantas cosas, entre ellas nos debemos una disculpa mutua y un agradecimiento, aun me debes tu adorable –y detestable- gorra blanca, tu fiel amiga. Y yo, yo te debo tantos besos perdidos, tantos abrazos y risas reprimidas, te debo mucho vida. Y tú, tú me debes mucho más, quizás cosas materiales pero que con ellas yo podría estar más tranquila, aun me debes esa cajilla musical –que me has prometido- que me arroparía en las noches con su dulce melodía, que cada mañana me recordaría a ti, aun me la debes, eso y mucho más. Más no podremos saldar estas deudas, porque –irónicamente- es el único lazo firme que nos mantiene unidos a pesar de la diferencia que hay entre nosotros, es lo único que me ínsita a seguir, esperar.

Son recuerdos infinito y promesas rotas, son y serán.

Me pregunto si algún día podre superar todo esto y sé que si estuvieses vivo me gritarías tan pero tan fuerte que “soy idiota” que seguramente quedaría sorda. Odiabas que le dé vueltas a los temas, odiabas que no pueda dejar el pasado atrás, lo odiabas porque tú mismo lo hacías.

Siempre hemos sido tan iguales y tan distintos, y puedo imaginarme como te sentirías si leyeras esto, me odiarías y más te odiarías a ti mismo por el daño ocasionado. Y seguramente te matarías mil veces más por ellos, lo harías porque tú tienes agallas, y tú eres el cobarde. Jurarías que ahora escucho tu voz diciéndome que no lo eres, pero si lo eres, tú has huido de todo por el camino más fácil y yo, simplemente sigo por el complicado aunque dudo, dudo si soy solo yo misma quien se coloca más obstáculos en la vida.

Eres un idiota, y te odio, y te extraño y te necesito, no sabes cuándo te odio/te quiero. Y me duele, no sabes cuándo me duele el temor a hablar de ti, no sabes cuándo me duele ir olvidándote, no sabes cuándo me duele seguir esperando que vuelvas a mi lado, que aparezcas diciéndome que todo fue una mentira, una cruel broma, y que todo estará bien y que siempre lo ha estado.

No sabes y nunca sabrás cuanto te quiero, te necesito, te extraño y más que nada te odio. Seguirás siendo un maldito ángel que no debería de estar en el cielo, por el daño que me has hecho. Seguirás siendo un recuerdo infinito en mí y más que nada, seguirás en una parte de mi corazón aunque no lo merezcas, seguirás y seguirás.

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