25 ene 2012

Sombras

Las sombras lentamente fueron consumiéndolos.

Él se encontraba recostado en aquel sofá de fino terciopelo rojizo, con sus patas y decoraciones doradas. Ella sentada en el suelo sujetando su manga mientras su mirada se perdía en aquel techo, que anteriormente fue blanco, ahora negro.

Como si realmente no sintiesen, como si realmente no estuviesen, ellos se mantenían en silencio. Eran aquellos silencios que relajaba el alma, aquello que disuelve el dolor y desvanece el odio, aquellos silencios que no suelen encontrarse.

A pesar de todo ellos no se inmutaron, no, a diferencia de lo que se podía creer ellos se sintieron al fin en paz. Quizás era por la falta de razón o sentido común que ambos tenían, quizás era por el alivio que ahora sentían, quien sabe realmente.

Era simple, era inaudito y sin sentido, ¿cómo había sucedido?, nadie lo sabía, nadie deseaba saberlo.

Mientras ellos vivían en una ilusión eterna, aquí donde tú y yo estamos, los llantos decoran la habitación, donde dos almas descansan por siempre y para siempre, donde viven creyendo ser verdad cuando la realidad solo lamenta la pérdida de dos peones más.

Si no lo hubiesen deseado, si no lo esperaban con tanto anhelo, quizás, y solo quizás, ahora la oscuridad no los hubiese consumido y los llantos ajenos no existirían, pero solo sería una mentira más porque ambos y todos nosotros sabemos que era lo mejor. La oscuridad llegaría tarde o temprano pero era mejor que ellos estuviesen juntos, que ambos supiesen que así en paz estarían y que el dolor seria menor, para ellos y para todos.

Las sombras lentamente fueron consumiéndolos.

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