Aun no comprendo como sucedió, no puedo recordar bien que paso y menos
que me ínsito a esto. Puedo sentir y hasta ver el daño que he causado,
me siento fatal, me siento una escoria más en el mundo. ¡Desgraciada
sea! ¡Maldito sea el día en que le conocí! ¿Es que acaso he sido tan
cruel? ¿He hecho todo tan mal?, no lo entiendo si no es así, ¿por qué me
castigan?, no lo comprendo.
Puedo observar mi mano temblar, mi
cuerpo completo lo hace más no sé si es por la culpa o la furia que me
invade, más no sé si es miedo o simplemente, o simplemente… no, es miedo
lo que siento y no es miedo a lo que me rodea sino a mí mismo, no le
temo al futuro ni mucho menos al presente solo me temo a mí mismo y es
su culpa, no, no lo es pero prefiero culparla de todo.
Cierro mis
ojos, tomo aire y cubriéndome con la sabana me siento en la punta
inferior de la cama, mi pose es igual a la del "pensador" pues estoy
pensando, estoy buscando una solución, algo, solo un maldito algo. Llevo
mi mano y despeino mi cabello –si es que se puede despeinar más-, me acaricio la cien y suelto un suspiro, no pienso mucho los actos, solo tengo que relajarme. Busco en mi pantalón –que en suelo se encontraba-
mi cajetilla de cigarrillos, tomo uno y sin importarme si eso podía
matarme o simplemente molestarla lo enciendo, aspiro aquella droga que
me llena y calma, expiro y comprendo.
Comprendo que aunque pida
disculpas, aunque me arrodille y pida clemencia simplemente no servirá,
comprendo que lo que he hecho no tiene solución pero sí, sí podría
intentar borrarlo y sustituirlo, pero no puedo, no yo. Giro apenas mi
rostro y la observo, está cubierta por la sabana hecha un ovillo, seguro
aterrada y agotada. Huiría en este momento si no fuera porque mi
maldito orgullo no me deja, necesito ver su despertar y ver que tanto he
roto su alma, necesito ver el odio y el terror dibujado en sus azules
ojos, necesito verlo, solo… necesito verlo para no volver a hacerlo.
Una
pequeña parte de su hombro esta descubierta, puede ver las marcas de mi
acto animal aunque no es necesario ver su piel o cuerpo para notarlo,
las sabanas, el cuarto lo reflejan sin restricción alguna. Las cosas que
ese motel barato tenia estaban tiradas, desordenadas y algunas rotas,
su ropa –la de ambos- estaba dispersa por todos lados, se podía
ver que había roto la prenda superior sin pudor de ella y que quizás sus
jeans no podrían abotonar puesto que el botón lo podía sentir bajo mi
pie. La sabana, para que hablar de ella si todos ya sabrán la realidad,
ya no son blancas ni ese tono amarillento que suelen tener, son rojas,
rojas y malditamente rojas.
Apretó mis dientes, cierro mis puños
odiándome a mí mismo, no puedo ni imaginarme que abre hecho, porque
aunque diga que no era yo mismo en ese momento aun seguía siendo yo. Y
no hay nada que pueda hacer, nada. Puedo escuchar cómo se queja entre
sueños, gime levemente de dolor e intenta acomodarse –puesto que el cuerpo debía de exigirle una posición más cómoda- inútilmente.
Tomo
mi boxer y me lo coloco, busco mi pantalón y también me lo coloco, pero
mi camisa no, no me importaría salir sin nada mientras que ella pueda
tener un mínimo consuelo, dios, que egoísta soy. Sé que pronto
despertará, sé que me gritará y que me echará del cuarto, pero necesito
oírlo, creo que si me quedo el daño será menor, creo que si lo haga yo
podré tener mi propio consuelo, idiota ¡soy un idiota egoísta!
Ahora,
que la observo completamente desde una perspectiva distinta lo
recuerdo, ya recuerdo como termino todo así, y diría que era su culpa
pero no, era mi culpa, mi celos, mi egoísmo y mi amor. Solté una
exclamación de dolor al recordarlo, cerré mis ojos y las lágrimas
comenzaron a recorrer mis mejillas, me deje caer el cigarrillo al suelo y
me mordí el labio inferior, no quería gimotear y despertarla, no quería
hacerlo porque ahora no quería enfrentarla, pero mi cuerpo no me dejaba
moverme, me prohibía huir, huir de mi maldito destino.
Si tan solo… si tan solo todo hubiera sido distinto.
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