Nuevamente desperté agitada, otra vez aquel sueño donde tú apareces, eso
me está matando de apoco. En aquel lugar, en ese edificio a medio
construir, arriba de todo me esperas con tu típica sonrisa despreocupada
y yo no puedo llegar allí. Sé que es solo un sueño pero es tan real,
desearía que solo fuese eso, un sueño, pero a la vez no. Ara menos de
un año que todo paso, tan poco tiempo.
Mire mi mano derecha y
observe el anillo que me habías regalado, lo recuerdo bien, fue cuando
cumplimos un año que me lo diste, recuerdo que estabas tan sonrojado,
cosa que rara vez se veía en vos, y que no pude evitar soltar una
pequeña risita. Lo recuerdo, lo recuerdo muy bien. Mi rostro se pone
melancólico al mirarlo fijo, pero rápidamente pienso en otra cosa, no
quería llorar, no lo haría, porque aun no lo he hecho, aun debía de
mantener mi promesa intacta.
El medio día llego tan rápido, todo
ese tiempo solo me sumí en la nada, como siempre lo hacía. No escuchaba a
mi alrededor ni pensaba nada, solo mantenía mi vista en un punto
aleatorio y seguía haciendo las cosas sin saber si las hacia bien o mal.
La tarde llego y yo subí a un auto, no recuerdo a donde iba, ya que no
me importaba demasiado saberlo. Mire todo el camino por la ventana, cada
lugar que pasábamos, como si esperase pasar por aquel lugar. Sin darme
cuenta recordé uno de los caminos, si a mi derecha estaba la cera por la
que corría para llegar a aquel edificio y así fue, pasamos por al lado
de ese lugar, lo mire totalmente sorprendida, impactada, y pude notar
que en el último piso había alguien. Para cuando volví al mundo real ya
abrimos pasado unas tres cuadras, le pedí al conductor que se detuviese y
pague lo que debía. Sin pensarlo dos veces me eche a correr hacia ese
lugar, tan rápido como me dieron las piernas. Llegue rápido y entre por
un lugar donde estaba roto, procure que no allá nadie y así era, nadie
estaba allí. Subí las escaleras corriendo, ya que ese edificio estaba
sin terminar, solo tenía los pisos y escaleras hechas, lo demás no
estaba. Corrí tan rápido sin importarme caerme, sin importarme nada,
aunque sabía que quienes me viesen llamarían a la policía, pero eso no
me importaba.
Abre subido quince pisos, mis piernas ya no daban
mas, y llegue al final, allí estabas tú. No sabía si era un sueño o no,
no me importaba tampoco saberlo, me acerque con pasos lentos, dudando.
Mis lágrimas brotaron como hacía tiempo que no lo hacían, eran lágrimas
de felicidad al verte. Tú te aproximas a mí con pasos cortos y pausados,
eso me desespera más. Estiro mi mano, al estar a centímetros de ti,
intentando de tocar tu rostro, tú no te niegas solo sonríes como
siempre. Toco tu piel, fría y pálida, siento un escalofrió recorrer mi
cuerpo, pero no me importa yo quería abrazarte como hacía tiempo que no
hacía. Y eso hago, me acerco a ti, me abalanzo sobre ti, abrazándote con
fuerza, llorando aún más, tú no te niegas y me correspondes con
tranquilidad.
Me susurraste algo, al principio no te entendí pero luego lo entendí bien, me susurraste un “Adiós”
y al fin entendí todo. Me separaste lentamente, me tomaste del mentón y
besaste, tus labios estaban fríos pero tu beso era dulce, era rico. Yo
volví a llorar, sin importara nada, yo lloraba. Había roto la promesa
hecha y a ti parecía no importarte, te alejaste con pasos lentos,
dándome la espalda, yo caí al suelo sin fuerzas, observándote.
Volviste
a acercarte a la orilla del lugar, juraría que en ese momento vi detrás
de ti unas alas blancas, tan blancas y puras, desplegadas en el aire,
era hermoso. Te giraste sutilmente y me sonreíste y con una dulce vos me
dijiste al aire “Gracias por amarme”, en ese instante yo llore
más que nunca, sentía que no podía mas, vi como una única lágrima se
escapo de tus ojos y como volviste a mirar a la nada, y así seguiste
hacia el frente, cayendo a la nada nuevamente. Grite tu nombre, tan
fuerte como pude, quise seguirte pero no podía moverme. Tiempo más tarde
llego la policía, me tomaron para que no me acerque a la orilla y me
dijeron que era peligroso estar allí, yo me solté para poder acercarme a
donde tú estabas y allí solo había un pluma blanca, mire hacia abajo y
no había nada. Me levante con un sonrisa triste, me limpie las lágrimas y
apreté la pluma contra mi pecho, contra mi corazón. La policía me
pregunto qué hacía allí y con simpleza les conteste, que me había
parecido ver a alguien allí, pero que quizás era solo un ángel. Ellos
me miraron raro, quizás creyeron que estaba loca, me propusieron
llevarme a mi casa pero yo me negué. Camine tranquilamente hasta mi
hogar, sabiendo que él cumplió lo que le faltaba y que ahora él me
estaría cuidando. Lleve la pluma conmigo siempre, y los sueños donde él
aparecía desaparecieron, como si nunca hubiesen estado, aunque yo sé que
eso es solo un mentira y que él si esta, estuvo y estará siempre aquí,
cerca o lejos, en mis sueños o pesadillas, el está ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario